sábado, 8 de marzo de 2008

AUTORETRATO



Érase una vez un bosque atlántico acotado por un muro centenario...El muro era tan, tan viejo, que a fuerza de ver pasar el tiempo le habían salido ojos...sus ojos eran tan viejos, que habían visto pasar muchas estaciones, y con ellas, sus olores, por lo que también le había salido nariz: para oler la manzanilla, la calamita y el hinojo en las tardes de estío... y había disfrutado tanto el viejo muro de estas fragancias, que imaginando su sabor, le había salido boca...y el viejo muro soñaba con el sabor de la miel de las abejas que zumbaban alrededor de las hiedras que cubrían su piel...como si fuesen su barba...


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